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Miguel Ferrer

El primer cuento que escribí fue para mi hija Rocío, aquí va...

 

Oicor

 

Oicor inquieta y molesta dio mediavuelta y se devolvió al compuconvertidor de la nave espacial que había venido desde Arunret a investigar el planeta Tierra.

Oicor debía salir frecuentemente de la nave, recorrer y estudiar este planeta y luego transmitir sus descubrimientos y sus opiniones a Arunret mediante un computrasmisor para enviar imágenes en quinta dimensión y también en burbujas de realidad codificada.

Venía haciendo estos trabajos por más de 3.000 años, conocía muchos planetas habitados, y sin embargo, ninguno le había gustado tanto como la Tierra.

Pronto la expedición terminaría y ella debería partir a otro lugar del Universo y eso le apenaba, pero rápidamente recuperaba la alegría propia de los arunretenses.

Una de las cosas que más le impresionaba de la Tierra era que sólo hubiera dos sexos: masculino y femenino, macho y hembra, hombre y mujer... pues  en Arunret hay 49 sexos.

Oicor sentía una especial preferencia por el sexo femenino, encontraba que las hembras eran más dulces, más bonitas, más amorosas... Y sobre todo eran las únicas que tenían hijos

Por eso siempre en el compuconvertidor elegía algo femenino para hacer sus excursiones por la Tierra, por esta razón, cuando hablemos de Oicor, hablaremos en femenino, aunque no era mujer, ni tampoco hombre, ni nada que nosotros conozcamos, sino uno de esos 49 sexos de Arunret.

Por su inclinación por lo femenino, Oicor había sido paloma, poesía, ballena, flor, manzana, mariposa, nube, risa, nieve, luciérnaga, canción y muchas otras cosas, pero siempre femeninas.

Momentos antes que se devolviera al compuconvertidor iba recordando la otra discusión que había tenido con ese aparato.

Una vez ella pulsó las teclas y escribió:

 

                                                         *>SIRENA DE MAR<*

 

Y de pronto en el océano apareció una hermosa sirena de largos cabellos dorados que cantaba las más lindas canciones.

Desde el mismo instante que empezó a nadar, los peces la siguieron encantados, y los más chiquitos bailaban y jugaban a su alrededor.

A la vuelta de una roca encontró a unos tiburones que estaban fumando cochayuyo y decían  groserías.

La sirena se detuvo y le dijo al más grande:

-¿No te da vergüenza?, Eso no se hace.

El tiburón al verla tan hermosa y desnuda de la cintura para arriba, no supo qué contestar, se puso colorado y salió arrancando, los demás tiburones botaron el cochayuyo y se escondieron asustados antes que la sirenita también los retara.

Visitó grutas submarinas, nadó y jugó con los lobos de mar y se hizo amiga del príncipe de los delfines que le enseñó a comunicarse mentalmente y la llevó a la Atlántida, donde la presentó ante el gran coral de los sabios, los que le regalaron un collar con siete piedras misteriosas.

Conversó con gaviotas, pelícanos y pingüinos y fue novia de un marinero.

Cuando volvió a la nave, reconvertida en Oicor, el compuconvertidor estaba indignado. Le dijo que cómo se le había ocurrido hacer eso, que las sirenas no existían y que él no estaba para juegos, que ésta era una investigación seria y que debía tener más cuidado o él tendría que informar al compucapitán de la nave.

Oicor le pidió disculpas, le dijo que no se había dado cuenta que las sirenas no existían -cosa que el compuconvertidor no quería creerle- y que no se volvería a repetir.

Por eso fue que Oicor pensó que era una venganza del compuconvertidor cuando en la investigación de vehículos se convirtió en camioneta porque era femenino, y no en auto.

Y apenas se reconvirtió en Oicor se fue directo donde el compuconvertidor y enojada le dijo que la había engañado, que las camionetas tenían una vida que no era nada de femenina, que las cargaban con materiales pesados, con provisiones y otras porquerías, en cambio a los autos subían puros seres humanos bien vestidos (Oicor encontraba que los seres humanos y los ratones era lo más interesante de la Tierra)

Le reclamó que las camionetas transitaban por caminos malos, estaban casi siempre sucias y trabajando apuradas, todo lo contrario de los autos que andaban por las mejores autopistas, siempre limpios y escuchando música.

Enojada le reprochó que no le había advertido todo eso.

El compuconvertidor le contestó que él no era adivino y que la culpa era de ella por pulsar teclas sin consultar, igual que con la sirena de mar.

Oicor indignada le respondió que era una venganza injusta porque ella ya le había explicado y pedido perdón por lo de la sirena.

El compuconvertidor le dijo una y otra vez que él la quería y que no había sido venganza, pero ahora fue Oicor que no quiso creer y enojada con ese aparato vengativo se marchó a su compuescritorio para preparar el informe sobre vehículos terrestres.

Aunque no queríamos en esta historia hablar mucho de Oicor y su planeta, haremos una pausa para contestar las numerosas preguntas que nos han llegado sobre Arunret y sus habitantes.

Arunret es un planeta de otra galaxia y es muy chico, gira alrededor de una estrella que se llama Roma (por eso a Oicor le gusta tanto la ciudad de la Tierra con ese nombre)

Arunret tiene 8.791 habitantes, les gusta mucho recibir huéspedes de otros planetas y también ellos son muy aficionados a salir y visitar a sus amigos del espacio, incluso algunos como Leugim viven afuera, pero están siempre viniendo a Arunret a reunirse o a estudiar y todos regresan para las fiestas del planeta que son cada cien años y duran un año entero y a las que también asisten invitados de todo el Cosmos.

Oicor, como muchos, nació durante una expedición de nueve años que un grupo hizo a un satélite en la nave Ailimaf, el jefe de esa expedición fue Leugim y a ese grupo es al que Oicor llama, por imitar a los terrícolas, su familia, aunque las familias de Arunret no existen o porque los 8.791 habitantes son una sola familia.

Los Arunretenses viven hasta los 100.000 años, Oicor tenía sólo 10.000, era muy joven.

Cuando Oicor nació, el más contento de todos era Leugim y se hicieron íntimos amigos ese mismo día, pues los de Arunret nacen sabiendo comunicarse y muchas otras cosas más.

Y desde entonces a Oicor con el ser que más le gusta estar es con Leugim y a él le pasa lo mismo con Oicor.

Una vez Oicor le dijo a Leugim que si hubiera sido humano sería hombre, por eso lo nombramos en masculino.

También le hizo prometer que antes que ella cumpliera los 17.000 años iban a venir juntos a la Tierra y traerían el compuconvertidor de Leugim que siempre tiene novedades y juegos para Oicor.

Oicor tiene amigos en varios planetas. Sus amistades preferidas son Adnanref, Atinitak, Esojairam, Ayam, Aerdna, Aanilorac y podríamos mencionar muchas más, pues Oicor es muy querida en todas partes y en Arunret hacen una gran recepción cada vez que ella regresa de alguna expedición... Y el primer invitado es Leugim que está viviendo en el planeta Aicneicnoc hace ya 6.000 años.

Por último queremos explicar dos cosas:

La primera es que cuando Oicor se convertía en flauta, en jirafa o en pulsera, o mejor dicho cuando estaba en la Tierra, ella no tenía idea que era extraterrestre, sino que era y vivía como flauta, jirafa o pulsera y sólo recobraba la memoria cuando se reconvertía en Oicor y entonces se acordaba de lo de la Tierra, de lo de Arunret y de todo lo ocurrido en sus 10.000 años de vida.

La segunda cosa es que Oicor, como todos los de Arunret, tenía muy buenos modales con todos los seres y aparatos, y era especialmente sensible en esto del trato.

Además, como ya dijimos, a Oicor le encantaba el planeta Tierra y sus dos sexos, y también la divertía eso de que los seres humanos vivieran en familia, incluso había pensado que llamaría papá a su pariente Leugim.

Bueno, ahora volvamos a nuestra historia.

Oicor había recorrido un buen trecho de la nave camino a su compuescritorio cuando decidió volver donde el compuconvertidor. Ella sabía que lo que iba a hacer no estaba bien, pero una fuerza desconocida y poderosa la empujaba.

Quería que todo sucediera rápido y sin embargo no se apuraba.

Durante ese rato había tenido tiempo para pensar muchas cosas, como por ejemplo, que podría calmarse preparando el informe sobre vehículos terrestres, por lo demás siempre le había gustado ser eficiente y no atrasarse, por eso le habían permitido ser investigadora espacial de otras galaxias a pesar de su corta edad.

También pensó que hubiera podido pasar el mal rato comunicándose con Leugim y contándole lo que le pasaba, Leugim la escucharía y la consolaría o bien conversando con los otros investigadores de la nave o jugando en la compudiversión.

Pero, ya había decidido volver al compuconvertidor y hacer lo que nadie había siquiera imaginado en los veintisiete millones de años de investigación de Arunret: Repetir una conversión que ya se había efectuado e informado, sólo por el capricho de volver a vivirla.

El recuerdo de esa experiencia la impulsaba a arriesgarse, cada segundo que pasaba sentía más fuerzas y más ganas de revivirla. No quería solicitar autorización porque era seguro que se la negarían.

Recién comprendía que era por esa conversión que había quedado fascinada para siempre con el planeta Tierra.

Esa experiencia era más importante para ella, incluso que la otra, la que más había comentado, la que hizo que antes del informe llamara a Leugim y le contara como loca todas las maravillas de haberse convertido en agua.

Oicor quería convertirse en agua, pero le costó mucho decidirse porque dudaba si era femenino o no, pues decían "el" agua y no "la" agua, pero luego decían el agua "helada" y no "helado".

Al fin determinó que era femenino y se convirtió en agua.

Le contó a Leugim que siendo agua fue invitada al palacio de la vida y conoció a los reyes del reino animal y del reino vegetal y que el rey del reino mineral no había asistido porque estaba muy ocupado, pero le había enviado un regalo y muchos saludos.

Aun así la conversión que quería repetir no era la del agua, sino esa otra.

Para terminar luego esta historia, no responderemos más preguntas.

Pensando en todo esto, Oicor finalmente se decidió y se fue al compuconvertidor. Se colocó frente a la máquina y se quedó inmóvil, el sofisticado aparato percibió que Oicor se comportaba en forma extraña, prefirió dejarla tranquila, supuso que todavía no se reponía del fastidio de haber sido camioneta.

Oicor volvió a reflexionar por un momento, aún era tiempo de arrepentirse, pero no, supo entonces que jamás echaría pie atrás, que en aquel deseo, en la potencia de aquella intuición estaba el sentido de su vida, y sin importarle lo que le pasara, obedeciendo una poderosísima voz interior, pulsó las anheladas teclas y escribió:

 

*>NIÑA DE 10 AÑOS : ROCIO<*

 

 

 

 

 

A mi hija Rocío al cumplir sus 10 años de ternura

 

 

 

 

 

Miguel

 

10 de julio de 1988                                                                                    

1 comentario

raul -

Muy bello Miguel, gracias